Problemas de autoestima

Hoy en día, en un mundo y una sociedad que cada vez exige más de nosotros para ser considerado valioso, no es raro tener una baja autoestima. Hay grandes expectativas que se espera que alcancemos: tener una hermosa casa, un alto ingreso; verse espléndido, joven y flaco; ser buenos padres u obtener excelentes calificaciones y conseguir  muchos “me gusta” en Instagram. Este listado es tan infinito como las demandas, que crecen tanto que sentimos que nunca podemos alcanzarlas.

Inmersos en este mundo, no es tarea fácil sentirse valioso. Por eso, es crucial tomar nota que no es necesario tener todas esas cosas o verse “ideal” para sentirse bien y tener confianza en uno mismo.  Ninguna persona es menos valiosa o más importante que otra.

Si no puedes liberarte de estos sentimientos y pensamientos, es importante que consultes a un profesional.

Trabajar con un terapeuta sobre la baja autoestima podría ayudar a transformar esos sentimientos y pensamientos para que puedas sentirte más valioso y seguro. La terapia podría ayudarte a no tener miedo a los comentarios o acabar con la necesidad de buscar aprobación. Podría ayudar a que puedas poner límites y no tener miedo al conflicto; a no sentirse inferior y no tener miedo al fracaso. Y, por sobre todo, ayuda a aceptar quién eres y amar quien eres en vez de castigarte a ti mismo.

¿Qué es la autoestima?

La autoestima es la evaluación subjetiva del valor propio. Nos muestra cómo vemos nuestra forma de ser y el sentido de nuestro valor personal. Abarca creencias sobre uno mismo (por ejemplo, “No soy amado”, “Soy valioso”), así como estados emocionales, como triunfo, desesperación, orgullo y vergüenza.

La confianza en el valor de uno, como ser humano, es un recurso psicológico precioso y, en general, un factor muy positivo en la vida; se correlaciona con logros, buenas relaciones y satisfacción.

En los primeros años de la vida de un niño, los padres tienen una influencia significativa sobre la autoestima. El amor incondicional de los padres ayuda al niño a desarrollar un sentido estable de ser cuidado y respetado. Estos sentimientos se traducen en efectos posteriores sobre la autoestima.

Durante la infancia, y a lo largo de toda la vida, ser escuchado, hablar con respeto, recibir la atención y el afecto apropiados y que se reconozcan los logros y se reconozcan y acepten los errores o fracasos son experiencias que contribuyen a una autoestima saludable. Por el contrario, ser severamente criticado, ser abusado física, sexual o emocionalmente, ser ignorado, ridiculizado o burlado o que se espere que sea “perfecto” todo el tiempo, contribuyen a la baja autoestima. Las experiencias sociales son otro contribuyente importante a la autoestima. Los adolescentes se evalúan a sí mismos en función de sus relaciones con amigos cercanos. Ser aceptado entre pares genera confianza y produce una alta autoestima, mientras que el rechazo de los compañeros y la soledad genera dudas y produce baja autoestima.

Cuando las personas sufren de baja autoestima tienden a criticarse permanentemente a sí mismas.  Muchas veces esto puede hacer que las personas se depriman, toleren relaciones y situaciones abusivas o que no alcancen a explotar su potencial.